Pedagogía Reggio Emilia
Su origen se remonta al año 1945, al terminar la Segunda Guerra Mundial, en la ciudad italiana Reggio Emilia. Fruto de la iniciativa de la comunidad, se organizaron para crear jardines y nidos para sus hijos y darles una educación diferente. A Loris Malaguzzi le fascinó la idea y rápidamente se implicó en el proyecto, de modo que, aportando sus conocimientos y su visión renovadora, creó esta filosofía que pronto cruzó la frontera italiana.
¿En qué se basa concretamente la propuesta educativa Reggio Emilia?
El uso y cuidado de los «100 lenguajes», es decir, los diversos códigos comunicativos y formas de comprensión y expresión que tienen los niños: el dibujo, la escultura, la pintura, la danza, el juego.
Y muy vinculada está la práctica de la escucha del docente hacia el niño prestando atención no solo a sus palabras, sino a sus gestos, acciones, dibujos… a todos sus lenguajes.
El rol del adulto es de guía o facilitador. Observando y escuchando sabrá qué le interesa al niño y entonces podrá darle la oportunidad de explorar esos intereses y dejar que sea él mismo quien tome la iniciativa. De este modo, los proyectos no se planifican con anticipación, sino que surgen a partir de los intereses del niño.
La importancia de las relaciones humanas que se fortalecen cuando cada uno de los miembros de la escuela, ya sean niños o adultos, viven diferentes roles y todos son a la vez alumnos y maestros, rompiendo la verticalidad de las relaciones que hay en las escuelas tradicionales.
Los proyectos se basan en experiencias a través de diferentes ambientes que posibilitan a niños y adultos el uso de los famosos «100 lenguajes». El atelier o taller de arte cuenta con gran variedad de materiales y recursos para dar rienda suelta a la creatividad y la expresión.